Decir no (con cariño)
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Decir no (con cariño)

Queremos cambiar, pero seguimos haciendo lo mismo de siempre.
Resultado: lo mismo de siempre.





Quien me conoce sabe que una de mis debilidades es que no sé decir no. Sin embargo, esta semana me han puesto a prueba y he empezado a practicar.

Mi trabajo es parte de mi vida. Pocas veces hago distinciones entre lo profesional y lo personal en cuanto a aprendizaje, capacidad de innovación, interés y motivación. No sé separarlo, porque simplemente soy yo en los dos aspectos.

La comunicación no es independiente de la educación. En Edentity ayudamos a comunicar, y cada vez que comunicamos o ideamos un proyecto nos enseña y enseñamos. Mi participación en Generaciones Interactivas me ayudó a entender estos procesos y me regaló grandes enseñanzas en España, y en 11 países de Latinoamérica relacionados con tecnología y educación.

Participar en los procesos educativos facilita devolver a la sociedad parte de lo que ella nos ha dado. Y ella tiene nombres y apellidos… muchos… hasta 100 en las clases universitarias en las que participo gracias a la Universidad de Navarra. Ya sabéis, que soy de la opinión de que las comunidades educativas van a más allá de padres, profesores y alumnos, todos estamos formando a las nuevas generaciones. Esto me llevó a soñar con School Entrepreneurs. Y no solo soñar… si no hacerlo realidad sacando minutos de donde no tengo interesada por explorar, conocer, aprender, aportar, innovar… Tiempo y dinero que invierto. Sí, lo invierto, porque me revierte directamente en aprendizaje constante y en grandes compañeros de viaje (quienes sois, lo sabéis).

En el mundo de la comunicación todos tenemos claro que para llegar a tu público, has de adaptar el mensaje, el canal, el timing… todo el proceso al público que has definido para cumplir tus objetivos ¿por qué en educación no?  Partiendo de esta base, en Edentity nos esforzamos porque cada formación se adapte al alumno, sean niños, jóvenes, adultos, empresas o docentes. La metodología no debe adaptarse al profesor, la metodología debe adaptarse al alumno.

¿Y a dónde quiero llegar con todo esto? A explicar por qué he dicho que no. Verbalizar los hechos ayuda a entenderlos, por un lado, al que los ha realizado y, por otro, a explicarlos a los implicados.

El lunes próximo deberíamos comenzar un curso para formar a docentes de FP sobre redes sociales. Pero no vamos a comenzar. Este jueves dije que no. Y dije que no por un cúmulo de hechos que hacen inviable la formación. Mi gran error: anteponer mi afán de atender los compromisos, hacer las cosas bien y ayudar a quien lo solicita a mi constatación de que las cosas no iban
bien orientadas desde el principio. Me equivoqué. Decir no, también es una respuesta, sobre todo cuando creo que para hacer las cosas mal es mejor no hacerlas.

Desde la primera propuesta de formación del 24 de enero hasta el pasado 3 de mayo hemos recibido cambios no solo de contenido y programa, también de presupuesto, fechas, espacios y asistentes, que afectan a la metodología.

Invocan a la crisis para rentabilizar cursos… pero rentabilizarlos debe implicar hacerlos correctamente, sino, volverá a ser un parche y en lugar de una inversión formativa, una desinversión del sistema educativo.

Cambio de presupuesto que aceptamos por la oportunidad de formar a docentes, o la llamada posterior en la que desde el otro lado del teléfono se me espeta «¿quién eres tú para dar formación?» desde una persona a la que tampoco conozco, pero que acepto e invito a revisar mi CV y el de mi compañero en la formación. Un cambio directo de programa y contenido hecho desde los despachos. Segundo gran error: no pedir una reunión con todos los agentes implicados que conversaban conmigo desde diferentes espacios de interlocución.

Se nos urge a acomodar el programa o buscan otro ponente. Tercer error: ese fue el primer momento en el que debí decir no. Pero allí estaba con un nuevo contenido que aprueban con la cláusula que introduzco en estos casos «el contenido podrá verse modificado según las necesidades formativas de los asistentes» ya que, nuestra experiencia nos dice que formar sobre comunicación en Internet con diferentes grados de conocimiento suele conllevar cambios de rumbo.

Nunca recibimos la información que se publicitó para los posibles asistentes antes de publicarla, cosa que habitualmente todos los promotores hacen para que comprobemos que se adecua a lo contratado y para que colaboremos en su difusión, algo que a partir de ahora incluiremos en nuestras propuestas.

Marcamos el máximo de 15 asistentes por la metodologia que utilizamos: personalizado en el alumno. Cuando el curso se basa en identidad en la Red, podemos comprobar directamente la actividad de los asistentes y conocerles para adecuar el contenido a sus procesos. Cuando solicito el listado de asistentes y la información sobre el aula se nos exige incrementar el número de alumnos para el curso, y si podemos «diferenciar las sesiones entre teoría y práctica» o si, como somos dos ponentes, podemos «desdoblarnos en dos aulas». ¿Teoría y práctica? ¿Desdoblarnos? Pido más información para darle la vuelta y hacer un nuevo planteamiento y consigo saber que hay 43 alumnos y las inscripciones siguen abiertas. De 15 a 43 alumnos se me solicita que haga un nuevo planteamiento en menos de 24 horas.

Gran error: segundo momento para decir no y no lo hice. Acepto ofrecer dos cursos para 20 alumnos: menos tiempo por alumno y otro cambio metodológico. No recibimos respuesta. Seis días antes del curso seguimos sin saber si hay uno o dos cursos y mucho menos cuántos y quiénes serán finalmente los asistentes. Un nuevo mail en mi bandeja de entrada con los listados. Sorpresa la mía cuando en el documento en lugar de listas me encuentro la retaila de correos electrónicos que nos habíamos enviando con la persona responsable. No quiero entrar a valorar cómo pudo pasar, o a quién le iba a llegar ese documento.

Ya el 3 de mayo. Vuelvo a contactar con la persona promotora explicándole que, con la información que tenemos, nos vemos en la necesidad de modificar la metodología a formato sesión (no podemos hacerlo personalizado) y que, si existe un segundo curso, tendríamos que modificar una de las fechas. Sí, una de las fechas se me vio comprometida por el camino.

Tras esto, rápidamente mi bandeja de entrada vuelve a sonar y recibo los listados de los asistentes y la «preocupación por la metodología», así como la exigencia de «no cancelar ninguna sesión» porque los cursos y asistentes ya están publicados. Publicados sin informar al implicado. Quizá ese sea otro reto del sistema educativo, la comunicación con la comunidad. Sin embargo, la mayor sorpresa llega al observar las listas: los 20 alumnos se han convertido en 25.

Y aprendí a decir no. No entraré en las sucesivas conversaciones posteriores donde, sin conocerme ni ponerse en nuestro lugar se añadieron a mi nombre todo tipo de adjetivos y valoraciones en consonancia con el primer contacto: «¿quién eres tú para dar formación?».

Pero aprendí a decir no. A decir no, con cariño a la formación (en cualquiera de sus variantes) y respeto a las personas que iban a recibirla. En el fondo, y como explicaba en los argumentos iniciales, toda esta sucesión de hechos viene precedida por algo muy concreto, claro y sencillo: diferentes modos de entender la educación.


El gran problema de la #educación: adaptar la metodología al profesor, no al alumno
— Diana González (@dianagonzalez) mayo 3, 2012

Por llegar hasta aquí, Te invito a una sonrisa 🙂
6 Comentarios
  • Unknown
    Publicado 08:09h, 07 mayo Responder

    Recuerdo en una de tus sesiones sobre comunicación en redes sociales que repetiste tres o cuatro veces estas dos frases juntas: "No nos volvamos locos. Usemos el sentido común". Poco te conozco pero creo que a veces esas ganas de hacer las cosas bien cubren ese sentido común que seguro que te estaba gritando ese NO desde el primer momento.

    enhorabuena por haber aprendido 🙂

  • Diana González
    Publicado 08:16h, 07 mayo Responder

    Gracias Marc :).
    Para conocerme poco has dado en el clavo! Seguiremos aprendiendo para dotar de sentido común al sentido común!
    Un abrazo fuerte!

  • PatxiBi
    Publicado 15:24h, 10 mayo Responder

    Hola Diana,ese "NO" es todo lo que tú dices y, además, un "SÍ" a la autoestima y a la honestidad.
    Seguro que con el tiempo te quedas satisfecha con tu respuesta.
    ¡Enhorabuena!

  • Diana González
    Publicado 20:52h, 10 mayo Responder

    Mil gracias Patxi!
    Es un proceso de autoconocimiento y autoreconocimiento :). Gracias por estar atento!
    Un abrazo!

  • Gonzalo Tadeo
    Publicado 10:39h, 20 mayo Responder

    Diana que bonito post.
    A mí también a veces me cuesta decir no cuando te dan algo que te gusta, como por ejemplo el chocolate el valor, porque es un chocolate tna rico que cuesta rechazar y es que engancha cuando empiezas.

  • Diana González
    Publicado 10:43h, 20 mayo Responder

    Gracias Gonzalo! Gracias por leer el post y comentarlo :). Eres un solete!
    El muy difícil decir que no, y el ejemplo del chocolate es muy muy bueno! A veces en el trabajo es complejo porque es necesario buscar el equilibrio entre lo que te gusta, lo que es rentable y lo que necesitas. Un día tenemos que hablar de esto :).
    Abrazo grande!

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