¿Qué será de las marcas cuando hayamos muerto? II
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¿Qué será de las marcas cuando hayamos muerto? II

Tras la primera reflexión seguimos pensando en los términos de marcas y las personas que las componen.
Totalmente de acuerdo con los comentarios iniciales: está claro, que las empresas están creadas por profesionales en una relación de rentabilidad mutua.
Desde esta primera reflexión he tenido experiencias más que gratificantes en esto de la web 2.0, pero sin duda, ha incrementado mis dudas.

¿Realmente es extrapolable lo que hace una persona con nombre y apellidos a la marca a la que representa? ¿Debería esa persona hablar en nombre de la marca? ¿Qué ocurreo cuando una opinión personal es entendida como una expresión de la identidad empresarial en la que trabaja?

Sin duda, gracias a las nuevas formas de comunicación las relaciones personales y profesionales se ven beneficiadas por comodidad, posibilidades, maneras de expresión… pero al contrario que en la vida real, en la virtual ambas relaciones se cruzan y unen, lo que puede llevar a pequeños malentendidos (o grandes, qué se yo). En el ámbito físico podemos diferenciar los entornos de trabajo, los familiares, los personales, los de amistad… porque tenemos espacios concretos definidos: la oficina, el hogar, un bar… Sin embargo, en la Red estas fronteras se diluyen y cuando decimos algo en nuestro blog, en twitter o en cualquier red social lo ven tanto nuestros amigos, como nuestros compañeros de trabajo ¿y a ambos les interesa lo mismo? Parece que es una cuestión de adaptación al público, pero en este sentido los públicos están en los mismos espacios… por lo que tendremos que adaptar el mensaje.

Algo que leí esta semana de Mar Monsoriu, experta en temas digitales, me hizo pensar en este tipo de comunicación: si no voy gritando por la calle lo que pasó el fin de semana, el nº de teléfono, lo bien o mal que estoy… ¿por qué sí en el muro de Facebook abierto a todo el mundo? Parece obvio, de hecho es uno de los consejos claves que damos a los niños sobre su protección y seguridad en Internet… pero… ¿y qué ocurre con las opiniones? Parece que no son datos personales, en algunos casos ni íntimos… si no simplemente algo nos gusta (mola) o no… ¿Es lícito trasladar esas opiniones a la empresa a la que trabajamos o pensar que una empresa es de tal o cual forma por lo que piensa uno de sus empleados? A priori, no, pero es algo que no está tan claro en la virtualidad… De hecho es un tema que va más allá de la profesionalidad.

Para trabajar en una empresa y representarla ¿deberíamos estar de acuerdo en los valores que trascienden de ella? ¿Podemos considerar que una persona es buena si en su trabajo no lo es? ¿Serías capaz de trabajar para la competencia gracias al expertise que conseguiste en la empresa?

Seguiremos pensando…

Por llegar hasta aquí, Te invito a una sonrisa 🙂
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